Monday, February 21, 2005

Million Dollar Baby

Million Dollar Baby
Clint Eastwood, 2004
Hillary Swank
Clint Eastwood
Morgan Freeman


La última balada de Clint retorna a los τοποι sobre los que ha edificado su carrera cinematográfica, la paternidad, la responsabilidad de la acción, el misterio de la vida que lucha por abrirse paso en cualquier circunstacia. Esa inefable cualidad que empuja a algunos seres humanos con una fuerza que se diría sobrehumana, a perseguir sus objetivos, superando de esta manera el paisaje medio de la sociedad, y sin embargo, realizando algo de específicamente humano. Lo llama “corazón”, Clint.
No recordamos a Clint como actor profiriendo un monólogo shakespeareano, en cambio quien ama el cine retiene sin duda su mirada entre los tesoros artísticos de los últimos tiempos. El lenguaje verbal sigue sin ser utilizado profusamente en sus películas, y esto es de agradecer en el escenario logorroico del cine y de los medios de comunicación de masas, que ponen de manifiesto la idea de que cualquier opinión es igualmente válida e interesante: hace un siglo que Ortega denunciaba la estulticia de un prejuicio semejante, contrario además a cualquier experiencia práctica. Clint nos ahorra el ruido, pero rara vez consigue destilar un guión memorable en cuanto al lenguaje hablado, quizás “Los puentes de Madison” sea en este aspecto su película más hermosa.
En cambio conoce maravillosamente el lenguaje específicamente cinematográfico y ese rasgo fundamental que es el ritmo, sus películas se mueven de una escena a otra con una armonía espectacular, de un pie a otro, dando pequeños pasos acompasados y de repente avanzando con decisión, con una lógica interna, en la que los planos no son gratuitos, se mantienen las miradas, las definiciones son escuetas y sugerentes, y profundizan a través de la acción. Cuando usa un signo cinematográfico inusual, lo hace a sabiendas, con relación al fin, y no solamente con el objetivo de proporcionar un encuadre distinto.
Obviamente la película habla de boxeo y se inserta en una tradición que une de alguna manera a grandes directores y actores tocados de un cierto aire de perdedores, sobre todos ellos: Robert Ryan y Robert Wise en The set-up.
El boxeo es una de las actividades humanas más clamorosamente contradictorias. Desde que el primer mono se puso de pie, tuvo que luchar igual que tuvo que correr o lanzar algo, en los dos últimos casos, esta capacidad física se sublimó en competición deportiva, la angustia de la supervivencia se transformó en la voluntad de prevalecer sobre los adversarios y de superarse a sí mismo. En cambio, la lucha es siempre por la supervivencia, en un combate se juega algo más que el valor simbólico de la victoria, cabe un riesgo real físico, el juego es la vida, no una representación. A esto se une la evidencia de que los más grandes luchadores sobre el ring son aquellos que están entrenados en la vida cotidiana, los que han tenido que dar empujones y puñetazos para nada metafóricos si querían sobrevivir. El espectador de un combate aprecia todas estas cosas y es fascinado por la extrema humanidad animal de la voluntad humana, además de por el talento físico.

Y si el ring es experiencia real encuadrada, no puede tener un final feliz, como toda la experiencia vital concluye con la muerte, así, una película de boxeo requiere casi necesariamente este epílogo. Como la experiencia vital es esencialmente inefable, lo importante pasa sin que nos demos cuenta, lo esencial está sucediendo sin que hablemos de ello, lo esencial es sencillamente el ser, y el por qué del ser no tiene una fácil explicación más allá de la propia evidencia, a pesar de la búsqueda incansable de explicaciones y motivaciones trascendentes.
La película de Eastwood tiene tres tramos netamente diferenciados, y se produce un cambio de marcha desde uno a otro: la vida del gimnasio, la carrera de la boxeadora, la agonía y la muerte. Si la primera es aparentemente banal, sirve como introducción para asimilar las otras dos, por otra parte los rostros de Eastwood y Freeman nos alimentan suficientemente en este primer tramo. En cambio, después el ritmo frenético de la carrera de ella nos transporta de tal manera que sentimos físicamente (impresionante el audio de las vértebras quebrándose) el impacto del Destino y de la muerte que ponen freno de repente a la voluntad humana. Y el enfrentamiento con la muerte y con absurdo de la vida ponen en juego a su vez dos cosas: la determinación todavía inflexible, más fuerte que la vida y la muerte, del hombre que es capaz de querer aún a pesar de todo, emergendo incluso en las peores circunstancias y empeñándose en seguir su propio camino aún en contra del viento del acaecer natural, y de esta manera se define lo específicamente humano del deseo que parecía instintivo de tan fuerte, casi animal. Y por otra parte, lo crucialmente humano se presenta en otra vertiente: la de los sentimientos y la decisión moral. Maggie y Clint son las dos personas que se enfrentan a los dos aspectos del momento decisivo, de la κοινή.
El análisis social de la película es de los más deprimentes, por lo anodino del mundo en el que viven todos: el urbano y el semirural, que se han visto últimamente. Eastwood no es el poeta del self-made man americano acuñado sobre la moralidad calvinista del capitalismo industrial, sino el del hombre natural recluido en los miserables suburbios de las ciudades, sin cultura y sin oportunidades.
El rostro de Eastwood es un poema desde hace algunos años, Freeman hace una gran interpretación y Hillary Swank es extraordinaria.


And all men kill the thing they love
By all let this be heard,
Some do it with a bitter look,
Some with a flattering word.

The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword!

Oscar Wilde, The ballad of Reading gaol



2 Comments:

Blogger JLPA said...

En esta película, nos encontramos ante una balanza en la que uno de los elementos a comparar son
los sueños que uno anhela alcanzar en esta vida, y el otro, es la comprensión final de que lo que importa no son los sueños en
sí mismos, sino a quién tienes al lado para ayudarte a conseguirlos.

(Off topic)Da alegría volver a ver escritas tus críticas, Pablo, con su lenguaje made in J.Marías, su profundidad filosófica y sus relaciones intertextuales. ¡Albricias! y a continuar.

2:59 PM  
Blogger JLPA said...

Feliz Navidad! Que lo paséis muy bie Pablo & Sam!

10:57 AM  

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home